10/7/11

02. Sebastián

Mishima, en sus Confesiones de una máscara, escribió: “… Aquel día, en el instante en que mi vista se posó en el cuadro, todo mi ser se estremeció de pagano goce. Se me levantó la sangre y se me hincharon las ingles como impulsadas por la ira. Aquella parte monstruosa de mi ser que estaba a punto de estallar esperó que la utilizara, con un ardor sin precedentes, acusándome por mi ignorancia, jadeando indignada. Mis manos, de forma totalmente inconsciente, iniciaron unos movimientos que nadie les había enseñado. Sentí que algo secreto y radiante se elevaba, con paso rápido, para atacarme desde dentro de mí. De repente estalló y trajo consigo una cegadora embriaguez. […] Ésa fue mi primera eyaculación. Y también el principio, torpe y totalmente imprevisto, de mi “vicio”.”

(del diario personal del dr. Sverennson)


Alojado a mis pies, quietas las vueltas del paraíso nocturno.
Y en el creciente fulgor de mis llamaradas, el martirio se mezcla de hoguera y saetas.
Un resquicio de tu pálida piel sirve para echar las cuentas de tu mocedad, aplicando esféricas insinuaciones a lo que nunca he sabido de ti.
Porque, en alguna hora, la inocencia fue tuya; y sin compartir la precisión de nuestros recuerdos, puedo abstraerme con precisión en cada minuto.

El lienzo engulle tu sexo, pero la hoguera que nos consume, desde la pared de la habitación, bombea en suaves reflejos la sangre que ciega tus heridas.
Y como aquella samaritana que resucitó al soldado para Roma, me gustaría sanarte, borrar la ponzoña aflorada a la superficie y dejarte níveo.
En esas, me hurgas la mirada con ternura, el ángel revolotea mi entreabierta carnalidad y entonces escucho lo que trae el viento más allá de nuestros roces.

Maniatado al travesaño, me susurra tu aliento; mas no obedezco, cierro los ojos y me sumerjo en el abandono de tu pose.
A fuera, el sol que no lo puede contener todo, fustiga alto, pese al frío.

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13 comentarios:

  1. La luminosidad del sol va dejando sus mil rayos reflectantes sobre el alfombrado mar, riela sus rayos como flechas de goce, hendiendo sus puntas en tu plateada polvera, bajo la clara transparencia en mil destellos.
    Como gavina en acecho, fustigo tu brillo, la perlada concha, dura y blanca de irisado temblor en mis labios, sumergiéndome en la carnalidad salada de tu sexo con sabor a lienzo, sábana que envuelve nuestro encuentro, el principio de nuestro vicio al mirar el cuadro.

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  2. Maniatado al travesaño....

    y Mishima... casi nada..

    besos

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  3. Todos los "San Sebatianes" tienen siempre un aire de una sexualidad muy poco masculina...lo cual es algo extraño, un poco como S.Juan "El Evangelista"...

    besos

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  4. cuando observo este cuadro me imagino la mocedad de mi amante, porque en algún momento fue inocente y virginal

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  5. Adoro contemplar con cierta perversidad a mi amante maniatado, así que hoy me complace mucho este hermoso lienzo que hoy nos permites admirar, será que con los años yo me vuelvo mas libre sexualmente y me atrevo a decir que me gusta aprovecharme de el para usarlo exactamente a mi antojo mmm...
    Besos desde mi perversa orilla.

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  6. Me ha encantado. Todo tiene un principio, y desde ese principoio se despliega....en una red de sensaciones y experiencias. VAmos vagando por el tiempo y sus pieles buscando aquella sensacion primera que fue primeramente unica...

    mi beso

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  7. Lo dice hasta la biblia..."En el principio"...Lo marca todo.

    Bellísimo el cuadro y, como siempre, tus letras.

    Te aplaude,

    Nuda

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  8. Al fondo de cualquiera de los corredores que se abren en la memoria con el paso de los años hay atajos que muestran las sensaciones de principios. Principios olvidados o casi no iniciados por prohibidos, encadenados en su tiempo. Ahora se sabe que la sexualidad, la pasión oscura, se nutre de esos secretos rotos.
    Besos.

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  9. Engullen tus palabras las mías, eres magnifica escribiendo...simplemente cierro los ojos y...

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  10. Níveo, hurgaria tu mirada con mi ternura...
    Hurgaría mas cosas.... y no solo con mi ternura

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  11. vosotros también sois mi principio

    el que reconozco al leeros, y al que me siento unida por trazos mucho más valientes de lo que parece


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    (Carlos, abrazaría tu ternura, refugiada en el alero de tu sombrero)

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  12. Todos estamos expuestos.

    Tengo tantas flechas clavadas,
    que no reconozco el dolor.

    Las pinceladas del cerebro,
    siempre son precisas,
    sobre todo cuando miran al cielo,
    buscando dejar de sentir...

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  13. Los museos estan bien,
    tienen bancos, y no se pasa fio.

    No te suele mirar mal nadie,
    por estar sentado, durante horas,
    contemplando miradas perdidas.

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La palabra sólo puede celebrar la belleza, no reproducirla (Thomas Mann)